Supervivientes del Lugar Más Radiactivo del Mundo: "Pensábamos que Era Nieve"
(FCW) Un nativo de las Islas Marshall recordó su experiencia de 1954, cuando era un niño de 5 años y vivió de cerca la mayor explosión nuclear realizada por Estados Unidos en el atolón Bikini. La población local sigue exigiendo al gobierno norteamericano que se responsabilice de la descontaminación.
El 28 de febrero de 1954, la bomba Castle Bravo, la mayor explosión nuclear jamás realizada por Estados Unidos, detonó en el atolón Bikini. La potencia de 15 megatones fue tres veces mayor a la prevista, lo que hizo que el área de evacuación fuera insuficiente. Como resultado, los habitantes sintieron los efectos devastadores del estallido.
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"A eso de las seis de la mañana de ese domingo, la explosión sacudió todo el atolón de Rongelap, a 150 kilómetros de Bikini", recordó Elio Boas, un sobreviviente que ahora vive en Utah, Estados Unidos. "El cielo se puso rojo sangre y luego comenzó a caer lo que pensábamos que era nieve. Descubrimos más tarde que era lluvia radiactiva. Los niños estábamos emocionados al ver la 'nieve', que se acumulaba sobre nuestros alimentos y en el suelo. Algunos amigos incluso la comieron y luego enfermaron gravemente".
Elio Boas en la actualidadLa Castle Bravo, mil veces más potente que la bomba de Hiroshima, fue la mayor de las 67 explosiones nucleares realizadas entre 1946 y 1958 por Estados Unidos en la región. Las Islas Marshall se convirtieron en un país independiente en 1979. Estudios de la Universidad de Columbia en 2019 confirmaron que los niveles de radiación en algunas áreas son más altos que en Chernobyl y Fukushima. Las concentraciones de plutonio en el suelo de algunos atolones son de 15 a 1000 veces mayores que en las muestras actuales de Ucrania y Japón.
Efectos de la Radiación
Aunque la altísima radiactividad ha mantenido alejados a los barcos pesqueros y a la presencia humana, convirtiendo la zona en un santuario marino, los habitantes siguen sufriendo las consecuencias. Benetick Kabua Maddison, líder de la Marshallese Educational Initiative, llevó el reclamo a la ONU, pidiendo a Estados Unidos que se responsabilice de su legado nuclear.
"Los marshaleses siguen padeciendo cáncer y otras enfermedades relacionadas con la energía nuclear, además de la contaminación de nuestras tierras. Necesitamos importar alimentos para sobrevivir", dijo Maddison. "Estados Unidos tiene la responsabilidad de abordar las consecuencias de sus ensayos atómicos".
Historia del Desastre
El paraíso del Pacífico cambió para siempre después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos eligió Bikini como nuevo campo de pruebas nucleares debido a su ubicación aislada. Aunque se ordenaron deportaciones masivas, muchos regresaron, exponiéndose a masivas dosis de radiactividad. Rongelap, hogar de Elio Boas, no era considerada un área de riesgo hasta la explosión de Castle Bravo
"Antes de las pruebas nucleares, Rongelap era un lugar con sólo 86 habitantes, una comunidad unida con playas vírgenes y aguas cristalinas. Era un santuario lleno de vida", recordó Boas. Tres días después del estallido, hombres vestidos con trajes protectores ordenaron a todos los habitantes que empacaran sus pertenencias y subieran a los botes, trasladándolos al atolón Ejit."En Ejit, mi familia empezó a sufrir enfermedades derivadas de las pruebas nucleares. Me diagnosticaron cáncer de tiroides, y mi mamá y mis hermanas tuvieron problemas de fertilidad y bebés que nacieron muertos. Todos desarrollamos úlceras y llagas en la piel", relató Boas.
Consecuencias Persistentes
En los años 70, el gobierno de Estados Unidos trasladó residuos radiactivos al atolón Enewetak, enterrándolos bajo una estructura de cemento frágil conocida como Runit Dome. Las fisuras en la cúpula y la lenta degradación de los elementos atómicos continúan afectando a los 41,000 marshaleses y su hábitat.
El Runit Dome, debajo del cual se acumulan desechos nucleares norteamericanos"Pareciera como que el gobierno de Estados Unidos espera que desaparezca la generación directamente afectada por los ensayos nucleares, confiando en que sus responsabilidades mueran con ellos", dijo Maddison. "Los efectos continuarán en nuestros hijos y nietos. ¿Cuánto más tenemos que sufrir?".
Compensación Insuficiente
En 1986, las Islas Marshall aceptaron una compensación mínima de 150 millones de dólares por los daños, presionadas por Estados Unidos. Ahora exigen una indemnización más integral. El rechazo global a los ensayos nucleares en tiempos de paz en Bikini incluso llegó al mundo de la moda, cuando el traje de baño de dos piezas fue rebautizado como "bikini" en protesta.
"La promesa de que podríamos regresar a nuestro atolón de Rongelap nunca se cumplió", señaló Boas. "Mientras estemos vivos, seguiremos presionando a Estados Unidos para que asuma su responsabilidad y nos devuelva a un hogar seguro y sin contaminación".
Despues dicen que rusia es la mala de la historia
ResponderBorrarEstados Unidos como siempre con la doble moralidad
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